FIESTAS PATRONALES DEL SEÑOR DE LA BUENA ESPERANZA

Los Santos Patronos de distintas localidades del país, fueron traídos por las órdenes religiosas que se asentaron en determinado territorio, en el caso de Bolívar, su patrono es San Rafael Arcángel, sin embargo en 1927, una mujer devota del Señor de la Buena Esperanza, envió a elaborar una nueva escultura para Bolívar y entregó la imagen a la Iglesia, que impactó de inmediato al pueblo, al tratarse de una escultura de Jesús sentado y con la corona de espinas. Los honores y fiestas que le rendirían empezaron entonces al año siguiente, sucediendose las celebraciones con normalidad, aunque cabe recalcar, que solo toma caracter popular cuando se funda la cofradía en honor al Señor de la Buena Esperanza. Esta fiesta se celebra del 20 de Abril al 7 de Mayo, alcanzando su punto más álgido en este mes.

Organización: Se requiere de un priostazgo, pero lo interesante de Mira, es que por las crisis económicas y lo costoso que puede salir el ser colaborador directo, lo hacen de forma colectiva, así pues, la celebración es organizada por un Comité de fiestas conformado por representantes barriales.

Es así que la fiesta inicia con un pregón que se realiza en las vísperas en la Plaza Central. Se invitan grupos musicales de la región. Luego se hace estallar el castillo de fuegos artificiales frente a la Iglesia para homenajear al Señor de la Buena Esperanza. 

Al día siguiente comienza la peregrinación, habrá varias procesiones en los barrios, pero en esta, la principal, se recorre San Gabriel y El Ángel para retornar nuevamente a Bolívar. Afortunadamente habrá personas en los lugares a visitar con comida y bebida para los peregrinos.

La fiesta se cerrará con una misa en la Iglesia Central

Imagen de las vísperas de la celebración

Entre la gastronomía más destacada de esta localidad, destacan:

Locro, cuy asado, tortillas de chorizo y morocho, canelazo, leche de tigre, chicha de arroz

Al observar como han cambiado los hábitos de organización de las fiestas, nos damos cuenta de la resilencia y capacidad de adaptación de las personas, siempre con el fin del beneficio comunitario para que todos puedan ser partícipes de la tradición.